Chechino 2.0 Reloaded

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LoboBlanco
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por LoboBlanco » Mié, 07 Dic 2022, 21:02

Asha o Elaira, Elaira o Asha???

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esa es la cuestión...

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Scully
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Scully » Mié, 07 Dic 2022, 21:07

Asha mismamente.
Volveremos a encontrarnos...quizás en las resplandecientes brumas de la Espada de Orión, quizás en una desierta meseta del Asia prehistórica...quizás en otra forma, en los eones por venir, cuando el sistema solar ya no exista.

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Asha Grey
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Asha Grey » Mié, 07 Dic 2022, 21:59

ASHA ES MIIIIIIIAAAAA, MUAHAHAHAHAHAHA [Malisssno dixit]
¡Sembrað, sembrað, malditos!

Que todas las olas sean mi escudo, que todos los truenos sean mi espada.
Fere libenter homines id quod volunt credunt

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Sansalayne
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Sansalayne » Jue, 08 Dic 2022, 09:46

Yo de verdad, no entiendo nada. Llevo jugando ininterrumpidamente desde mi primera partida en 2011.. Seguiré jugando pero, ¿en serio? :ns:
Más mala que Cersei con jaqueca.

Bendar
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Bendar » Jue, 08 Dic 2022, 10:18

TURNO DE DÍA 4 – EXAMEN FINAL
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Según lo previsto, el Contubernio Templario se reunió en las ruinas abandonadas del castillo de Calatrava la Vieja el 3 de septiembre de 1312. Era una fortaleza al Sur de la actual provincia de Ciudad Real, muy cerca de la entrada al desfiladero de Despeñaperros que era la principal vía de comunicación entre Castilla la Nueva y Andalucía. Este castillo, situado en lo alto de una solitaria colina, había pertenecido a los templarios hasta hacía pocos meses; pero unos pocos maravedíes bien gastados y unos rumores mejor esparcidos, ya convertían al lugar en la imaginación popular, en punto de reunión de ánimas en pena, phantasmas y demás criaturas de la noche. Por eso, cuando los lugareños vieron encenderse varias hogueras en la noche del 3 al 4 de septiembre en lo alto del cerro, se santiguaron, cerraron puertas y ventanas a cal y canto, y dejaron a los templarios celebrar sin molestias su asamblea.

En el Contubernio Templario había unas 70 personas, llegadas de todos los confines del Reino de Castilla. El motivo de la reunión no se le escapaba a nadie: ¿debían los templarios aprovechar la ocasión del “emplazamiento” del rey Fernando para asesinarle? ¿o por el contrario, era mejor dejar que pasara lo que tuviera que pasar e intentar congraciarse con el nuevo orden establecido?

Las damas y caballeros del Temple estaban ya votando y no parecía haber una mayoría clara en uno u otro sentido.

Asha le dijo a Ellaria: —Vamos, compañera, te toca intervenir en el Contubernio. Haz tu discurso de que debemos hacer penitencia, adaptarnos a los tiempos que nos ha tocado vivir y todo eso.

—Lo… lo siento, Asha, no puedo —respondió Ellaria. —Tú ya sabes lo mal que se me da fablar en público. De verdad, además que… ¿cómo voy a intervenir públicamente para llevarte la contraria? ¡Es superior a mis fuerzas! Ve y fabla tú.

Asha dejó a su compañera de fatigas rezando y se dirigió al círculo marcado por las hogueras.

—¡Fratres! (Hermanos) ¡Sorores! (Hermanas) Yo venía a este Contubernio dispuesta a lanzar un discurso de odio y venganza. A pedir vuestro voto para que me designarais como Matarreyes y ajusticiar a Don Fernando de Castilla, el Quarto de su Nombre. A matar a quien hiciera falta para hacer al Temple grande de nuevo. Pero mi compañera Ellaria, con su ejemplo de humildad y penitencia, me ha convencido de lo contrario. Ante vosotros me acuso, sorores, fratres, de haber pecado mucho. De pensamiento, palabra, obra y omisión. De obra, sobre todo, la verdad. Pues yo asesiné a sangre fría a la doctora judía Madelaph y a la Notaria Mayor del Reino, Liadriel. A quien sacare sangre sin pecado, Dios lo demandará.

(Exclamaciones de “ahhh” “oooohhh” entre la concurrencia)

—Así pues —prosiguió Asha —no soy digna de pedir vuestro voto. No soy digna de que me designéis como Matarreyes. Por no ser, no soy digna de seguir compartiendo caballo y fatigas con Ellaria, mi compañera de vida, mi conmilitona, mi caballera ejemplar. Por tanto, me voy a hacer una auto-ordalía. Me despeñaré de este cerro y si sobrevivo, sabré que Dios quiere que siga haciendo penitencia; si muero, sabré que el Altísimo ha considerado sincero mi arrepentimiento. Señor, ¡en tus manos encomiendo mi espíritu!

—¡¡¡Noooooooo!!! —gritó Ellaria, pero la decisión de Asha ya no tenía vuelta atrás. Asha se lanzó de espaldas por el borde de la colina y cayó unos 20 metros antes de impactar contra el suelo, rebotar, caer otros 5 ó 6 metros y finalmente parar sobre unos matorrales.

Los templarios bajaron corriendo, pero tan sólo pudieron certificar la muerte de Asha, la Asesina.

El 7 de septiembre por la mañana, Ellaria se presentó en la Corte Real, que como se recordará estaba en Jaén. El ambiente era, en general, festivo; ya que, dos días antes, el Ejército castellano había logrado finalmente conquistar la fortaleza de Alcaudete al Reino de Granada; añadiendo así un pequeño y nuevo eslabón a la cadena de victorias que acabaría, andando el tiempo, con la completa Reconquista de la Península. Pero en los aposentos reales no había alegría alguna. El rey había enfermado hacía un par de días; de indigestión, según los galenos. Todo el mundo, pero especialmente María de Molina, tenía muy presente que ese día expiraba el plazo marcado por los Carvajales.

—Y bien, Ellaria, espero que nos traigáis la solución al mal que aqueja a mi hijo. ¿Qué os han contado en la Universidad del Diablo? —preguntó la madre del rey.

—Que, si es voluntad de Dios que en el día de hoy se cumpla el plazo, nada puede hacer Satanás. Pues el Maligno sólo tiene el poder que el Altísimo le permite ejercer para escarnio de pecadores —respondió Ellaria.

—Vamos, que no habéis estado en la Universidad de Lucifer. Os habéis pasado la misión por el arco del triunfo.

—No, no, mi señora, estuvimos, estuvimos —mintió la caballera.

—¿Ah, sí? Entonces, a ver, decidme: ¿quién guarda las puertas de la Universidad?

—Pues… un perro de tres cabezas al que llaman Cerbero, o Can Cerbero. —contestó Ellaria, tirando de sabiduría popular.

—Vale, esta pregunta era muy fácil. Ahora dime: ¿Cómo se llama la profesora de Adivinación en la Universidad del Diablo?

—Pues… eh… ¿María? —contestó Ellaria, optando por el nombre de mujer más común.

—¡Pues no! ¡Sibila! ¡Se llama Doña Sibila!

—Vaya… adivinación, sibila… tiene sentido.

—¡El de pociones! ¡¿Cómo se llama el profesor de pociones y filtros mágicos?!

—Pues… eh… ¿Arsenio? —aventuró Ellaria, siguiendo la misma lógica.

—¡Severo! ¡Don Severo se llama! No conocisteis a ningún profesor. Igual ni pasasteis de la puerta… ¿Cómo se llaman los asistentes de los demonios que allí trabajan?

Recordando el enloquecido texto del hereje Raphael Yopis, Ellaria se tiró un nuevo triple:

—¿Santacos? Ehhhh… ¿Ánimas Descarnadas de la Noche?

—Tunos negros. Los ayudantes de los profesores son ¡los tunos negros! Ya no hay más preguntas: está claro que no me vais a ayudar ni a mí ni al rey.

—Todo está en manos de Dios, mi señora.

—Gracias por constatar lo obvio. Para eso no necesito a nadie. Ahora ¡largo de mi vista! Como se muera mi Fernando, voy a desterrar de Castilla a todos los falsos templarios de Hacendado como tú, y daré orden a la Justicia de aplicar el rigor contra vosotros que debí establecer en el mes de mayo, cuando se disolvió vuestra maldita orden.

En ese momento entró en la sala un rubio bebé de unos 15 meses de edad, con paso tambaleante: el Príncipe de Asturias, futuro Alfonso XI.

—Despacito, Fonsi, despacito —le dijo María de Molina. —¡Ven a mis brazos, cuchifritín!

—Calienta que sales, Fonsi —contestó Ellaria la Justiciera mientras salía; la ex templaria ya estaba en modo “de perdidas al río”.

Aquí termina la historia chechinil y volvemos a entroncar con la Historia oficial.

Como contó Don Diego Rodríguez, cronista oficial del Reino:

"Los escuderos fueron despeñados y muertos, y el rey Don Fernando vino a Jaén. E acaesció que dos días antes que se compliese el plazo se sintió enojado, comió carne y bebió vino. Como el día del plazo de los treinta días que los escuderos que mató le emplazaron se compliesse, queriendo partir para Alcaudete, que su hermano el Infante Don Pedro havía a los Moros tomado, comió temprano, y acostosse a dormir en la siesta, que era en verano; acaesció assí que quando fueron para le despertar, halláronlo muerto en la cama, que ninguno no le vido morir.
Mucho se deben atentar los Jueces antes que procedan a executar justicia, mayormente de sangre, hasta saber verdaderamente el hecho por que la justicia se deba executar. Ca como en el Génesis se lee: quién saccare sangre sin pecado, Dios lo demandará. Este Rey no tuvo la manera que convenía a execución de justicia, y por tanto acabó como dicho es."

Y en palabras de otro historiador:

"Acrecentóse la fama y la opinión susodicha, concebida en los ánimos del vulgo, por la muerte de dos grandes príncipes que por semejante razón: fallecieron en los dos años próximos siguientes: estos fueron Philipo Rey de Francia y el Papa Clemente, ambos citados por los Templarios para delante el divino tribunal, al tiempo que con fuego y todo género de tormentos los mandaban castigar y perseguían toda aquella religión. Tal era la fama que corría, si verdadera si falsa, no se sabe, mas es de creer que fuese falsa: en lo que sucedió al Rey D. Fernando nadie pone duda."

POST CHECHINUM


La reclamación de los títulos de Conde Mor y Barón de Barbate por parte del hijo de Boubaris fue objeto de un largo proceso judicial. En vida de María de Molina, fue imposible reconocer aquéllos títulos. Pero, en 1322, ya fallecida la madre de Fernando IV, finalmente le fueron reconocidos. El hijo de Boubaris, que ya era un mozo de 20 años, desembarcó al año siguiente en el puerto de Barbate, llevando consigo un pequeño contingente de mallorquines.

Entre las innovaciones que trajeron, destacó la ventana emplomada, llamada “finestra” en mallorquín. Andando el tiempo, el lenguaje popular de la zona convirtió aquella expresión en el “fistro” que todos conocemos.

El Conde Mor traspasó el título a su hijo, quien a su vez lo conservó hasta la década de 1350, cuando la “Guerra de los Dos Pedros” entre Castilla y Aragón determinó que todos los nobles aragoneses perdieran sus títulos en Castilla. El título de Conde Mor pasó, en el imaginario popular, a ser un personaje excéntrico, de chufla; una persona que se da mucha importancia sin tenerla realmente.

Bendar
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Bendar » Jue, 08 Dic 2022, 10:19

Jugadores/as
SpoilerMostrar

1.Sansalayne :cb: Nigromante

2. Lau Bu :cb: Política
3. Aslan :cb: Susurrante
4. Liadriel :cb: Ermitaña
5. Boubaris :cb: Mancebo / Stripper
6. Madelaf :cb: Doctora

7. Asha :cb: Asesina

8. LoboBlanco :esp: Espía
.
.
17. Ellaria, Justiciera, sobrevive

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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Bendar » Jue, 08 Dic 2022, 10:26

Bueno, pues hasta aquí ha llegado el Chechino Reconquista.

Espero que la historia os haya gustado; los comentarios que he recibido hasta ahora son todos buenos. Yo al menos, he pasado muy buenos ratos escribiéndola y maquinando las chorradas que iba a soltar en el siguiente episodio. Me ha venido bien para pensar en otras cosas, porque he pasado un mesecito bastante malo, en el que la enfermería de mi casa no ha estado vacía en ningún momento.

La participación ha estado bastante bien, sólo ha hecho falta sacar un par de amarillas y habéis escrito unas cuantas cosas metiéndoos en el papel, que ayudan mucho a la hora de redactar la historia.

Como veréis, aunque ha ganado el Pueblo Verde, no os he dado la misión por resuelta, ya que habéis vencido por el extraño suicidio de la Chechina en el último linchamiento.

NON NOBIS, DOMINE, SED POPULUM VERTEM DA GLORIAM (No a nosotras, Señor, sino al Pueblo Verde dale la gloria)

Próxima edición, le toca masterizar a otra persona.

Bendar
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Bendar » Jue, 08 Dic 2022, 10:39

Aquí tenéis la historia chechinil completa, por si a alguien le da por leerse los 20 folios de corrido.

VERDADERA E COMPLETA RELACIÓN DE LOS HECHOS CHECHINILES ACAESCIDOS EN EL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE 1.312

SpoilerMostrar

Jaén, 8 de agosto de 1312. Real Convento de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de Asís, que hace las veces de Palacio Real, al hallarse la Corte de Castilla establecida temporalmente en la ciudad andaluza.

La formidable María de Molina, que había sido el poder en el trono, junto al trono y detrás del trono en Castilla durante los últimos 25 años, leía con preocupación un rollo de pergamino que le había traído con urgencia un mensajero desde la villa de Martos, donde se hallaba el campamento del Real Ejército. Su hijo, el rey Fernando IV, se hallaba asediando Alcaudete, villa de fácil rima y difíciles fortificaciones, situada al Suroeste de la actual provincia de Jaén; con intención de arrebatársela al reino musulmán de Granada.

—Este hijo mío, de verdad —suspiró la madre del rey, al terminar de leer la carta – En cuanto le dejo solo mete la pata hasta el corvejón. En fin, llamadme a Sansalayne, Madelaph, Laurence de Burdeos, Liadriel, Aslan de Baskerville, Boubaris de Manacor, Loboblanco de Zamacona y las caballeras de Montesa, dueñas Asha y Ellaria. A ver cómo solucionamos este entuerto…

Al cabo de una hora, todas las citadas se hallaban en presencia de María de Molina. Pese a estar ya avanzada la tarde, hacía aún un calor de mil demonios, por lo que el rubor de los abanicos era un contrapunto constante a las palabras de la señora. Tapices y cortinajes verdes con las armas del Señorío de Molina cubrían las paredes de la estancia: no en vano a esta facción de la Corte se la conocía como “los verdes”.

—Estimadas, es posible que ya os hayan llegado rumores de lo acontecido esta mañana en la villa de Martos. Para evitar malos entendidos, voy a leeros la carta oficial que me ha hecho llegar esta misma tarde don Diego Rodríguez, Escribano Real digno de toda confianza:

“Estando en Martos el rey Don Fernando de Castilla, el Quarto de su Nombre, conquistador de Gibraltar, acussaron ante él a dos escuderos, llamados el uno Pedro Carbajal y el otro Juan Alfonso de Carbajal, su hermano, que ambos andaban en su corte; oponiéndoles que una noche, estando el Rey en Palencia, mataron a un caballero llamado Gómez de Benavides, al que quería mucho el Rey, dando muchos indicios y presunciones porque parescía que ellos le havían muerto.

El rey Don Fernando, usando de rigurosa justicia, fizo prender a ambos hermanos, y despeñar de la Peña de Martos; antes que los despeñasen, dixeron que Dios era testigo y sabía la verdad que no eran culpantes en aquella muerte que les oponían; y que pues el Rey los mandaba despeñar y matar a sin razón, que lo emplazaban de aquel día que ellos morían en treinta días que paresciesse con ellos a juicio ante Dios. Los escuderos fueron despeñados y muertos.”

—Como veis, nobles damas y caballeros, la situación es grave. La vida de mi hijo el Rey, por no hablar de su alma inmortal, corre serio peligro. Lo que menos necesita Castilla ahora es otra regencia, con nuestros enemigos en la Corte, los “negros”, acechando a cada paso. Necesito toda vuestra colaboración para superar esta crisis.

—Sin duda hablo por todas las presentes, cuando expreso mi inquebrantable deseo y voluntad de ayudar a Su Alteza y a Su Majestad el Rey en este trance —respondió rápidamente Liadriel, que nunca perdía ocasión de hacer la pelota a María de Molina.

—No esperaba menos de vos. Escuchad mi plan. ¿Qué dice la sabiduría popular que debe hacerse en un caso como este?

—Eh… poner una vela a Dios y otra al Diablo —respondió Ellaria.

—Exactamente. Por la vela a Dios, no os preocupéis. El rey, la reina Constanza y yo rezaremos constantes rosarios y novenas. Donde entráis vosotras, es en la vela al diablo.

—¿Una vela al Diablo? ¿Cómo… cómo es eso? ¿Qué esperáis de nosotras? —dijo un atribulado Loboblanco. —Que yo soy cristiano viejo.

—Valiente idea —dijo Ellaria a Asha, por lo bajini —Subcontratar los tratos con demonios, para salvaguardar el alma inmortal del rey y la familia real.

—Es fama que en Salamanca hay una universidad oculta en la que enseña el propio Lucifer. Deberéis llegaros allí y conseguir que el Ángel Caído garantice que mi Fernando no se muera en el término de un mes.

—Eh… disculpad, Alteza. Ahora habéis dicho “un mes”, pero la carta del escribano real dice “treinta días”. No es lo mismo —terció Aslan de Baskerville.

—Bueno, pues treinta días —respondió María de Molina.

—Pero vamos a ver, ¿son treinta días naturales, o treinta días hábiles? Porque claro, si podemos añadir domingos y festivos, la cuenta cambia. —Contestó Liadriel.

—En Derecho Canónico los días siempre son naturales, esa pregunta es indigna de una Notaria Mayor del Reino —replicó Aslan, en tono irritado e irritante.

—Dos abogados, tres opiniones —opinó, resignada, Sansalayne. —A mí me pasaba lo mismo cuando reinaba.

—En Salamanca enseña ahora Luis Díez Picazo “El Joven”. Es la mayor eminencia de las Españas en Derecho Canónico. Él, sin duda, sabrá resolver esta controversia —respondió Laurence de Burdeos.

—Esto… mi señora… no me corresponde a mí pedir mercedes para otros, pero… me veo obligada a señalar que, en esta compañía, todas somos nobles o caballeras, excepto Boubaris de Manacor. —intervino Asha.

—Es de justicia que, si se va a jugar el alma por el Reino, al menos se le compense con una baronía o se le arme caballero —abundó Liadriel.

—Está bien, es justo lo que pedís —replicó María de Molina. —Y creo que tengo una baronía pendiente de asignar, tras la muerte de su titular. Uhhhmmm… tendré que haceros Conde por mor de esta empresa. Así pues, Boubaris, os nombro Conde Mor y barón de Barbate.

—OHHHH Alteza, ¡veo colmadas mis más locas esperanzas! ¡Iré al infierno por vos y obligaré a todos los diablos a cuidar del Rey Don Fernando! ¡Gracias, Alteza! ¡No os defraudaré!

—Tened en cuenta, barón, que estos títulos que os concedo son vitalicios, revirtiendo a la Corona a vuestro fallecimiento. Mas, si volvéis con éxito de esta misión, pasarán a ser hereditarios.

—Ya que se están repartiendo mercedes… ¿qué tal un adelanto de, digamos, veinte maravedíes por cabeza? Para comprar provisiones para el viaje —aprovechó Loboblanco. María de Molina no se dignó a contestar de palabra, sino afirmando con un simple ademán de su cabeza.

—Treinta días ir hasta Salamanca, resolver los problemas en las dos Universidades y regresar aquí… harta prisa habremos de darnos, Alteza, que es largo el camino y mucho aprieta la calor para viajar a mediodía —intervino Madelaph.

—Bien dicho, Doctora. Ya podéis daros prisa y partir esta misma noche, ligeras de equipaje. ¡Ah! Y nada de salir de Andalucía por Despeñaperros, que es el camino más obvio, con lo que sin duda “los negros” os estarán esperando allí. Tendréis que pasar Sierra Morena por la Vía de la Plata o por la raya de Portugal.

Lo que no sabía María de Molina es que el plan de los “negros” no era esperar al grupo en Despeñaperros; sino utilizar al Chechino que tenían infiltrado entre los “verdes” para ir matándolos de uno en uno…

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BIOGRAFÍAS

Sha’n’sha’halayne – Reina Mora
Laurence de Burdeos – Trovadora y Embajadora de Francia
Aslan de Baskerville – Fraile franciscano, embajador de Inglaterra.
Liadriel – Chica para todo de la reina. Notaria Mayor del Reino.
Asha y Ellaria – Caballeras de la Orden de … Montesa.
Boubaris de Manacor, ambicioso mercader
Madelaf – Doctora y Erudita judía
Loboblanco de Zamacona – Hidalgo asturiano

Sha’n’sha’halayne – castellanizado como “Sansalayne”, “Sánsalei” o “Sansa”: Reina Mora
Sansalayne era la soberana del pequeño reino de Taifas de Gabr-al-Kaliph (“Desembarco del Califa”), castellanizado como Gibraltar, hasta su asedio por los castellanos en 1309. Una vez rendida la plaza, su madre le soltó la famosa frase: “Llora como mujer por lo que no supiste defender como reina”.
Como resulta que Sansalayne es prima segunda del rey nazarí de Granada, los castellanos la tienen en su Corte como una especie de comodín político por si quieren jugar la baza de instalarla como títere en Granada. Sansa se deja querer y vive a cuerpo de reina en la corte de Fernando IV, a cambio de estar disponible para cualquier misión que le encomienden.
Contrariamente al tópico, Sansa no es una belleza morena de pelo rizado, sino rubia y de piel clara; pues desciende de una de las numerosas familias de albaneses musulmanes que se afincaron en Al-Ándalus tras la conquista musulmana.


Madelaph, sabia judía.

Desde la judería de León llega la doctora y erudita Madelaph. Nació un día señalado como fecha muy especial para los cabalistas judíos, por lo que sus padres le pusieron un nombre que contuviese la sagrada primera letra del alfabeto judío, Aleph.
Durante toda su infancia y adolescencia, cualquier cosa que decía Madelaph era interpretada como una joya de rara sabiduría cabalística, que sólo los más sabios podían desentrañar.
Animada por esa confianza, Made progresó rápidamente en sus estudios, iniciándose en los saberes hebreos más arcanos.
Hace poco menos de 2 años salió de León para ponerse al servicio de María de Molina. Se ganó rápidamente su confianza, curando a su nieto recién nacido de unas sencillas fiebres que los médicos cristianos eran incapaces de atajar. Desde entonces la nombró su doctora personal.


Asha y Ellaria, caballeras de la Orden de… Montesa

Ellaria y Asha vivían felices como caballeras templarias en el castillo de su orden en Jerez de los Caballeros, al Sur de la actual provincia de Badajoz.
Se distinguieron por su valentía en el asedio que dio a Castilla la villa de Gibraltar, en 1309.
Pero, en mayo de 1312, el Papa decretó la disolución de la Orden del Temple, sospechosa de herejía, y los reyes europeos (incluyendo a Fernando IV de Castilla) se incautaron de todos sus edificios y propiedades. La mayoría de los compañeros de Asha y Ellaria en Jerez de los Caballeros se resistieron a los hombres del Rey, pero fueron derrotados y masacrados. Nuestras dos heroínas, en cambio, se acogieron a la merced de María de Molina y se cambiaron de hábitos, inscribiéndose en la aburrida y ortodoxa Orden de Montesa. A cambio, tuvieron que entregarle a la madre del rey una confesión firmada en blanco, como garantía de su futura obediencia total a la “facción verde” de la corte castellana.

Aslan de Baskerville, fraile franciscano y embajador inglés

Fray Aslan es un hombre extremadamente culto y observador. Fue inquisidor antes que fraile, pero se retiró del Santo Oficio, asqueado por el entusiasmo con que sus compañeros quemaban a los sospechosos.
Ahora actúa como embajador de Inglaterra en la corte de Castilla, lo que le lleva a una cordial enemistad con Laurence de Burdeos, embajadora de Francia. La astuta María de Molina juega a enfrentar a Aslan con Lau, para arrancarles a ambos las mayores concesiones posibles, sin comprometerse a una alianza con ninguno de los dos reinos. Las malas lenguas señalan que está empezando a surgir una mutua admiración entre el fraile y la trovadora, que quizá ponga a prueba (¿o haya sobrepasado ya?) los límites de su castidad.

Laurence de Burdeos (Lau Bu), trovadora y embajadora de Francia

Esta noble dama francesa, cuyo nombre suele ser acortado y castellanizado como “Lau Bu”, es muy diestra en el manejo de las palabras y ha compuesto varias canciones de notable éxito. El rey de Francia la nombró embajadora ante la corte de Castilla, donde choca frecuentemente en batallas de ingenio con su homólogo inglés, Fray Aslan. Las malas lenguas, sin embargo, señalan que está empezando a surgir una mutua admiración entre el fraile y la trovadora, que quizá ponga a prueba (¿o haya sobrepasado ya?) los límites de su castidad. “Desire fatal”, como diría una de sus canciones…

Liadriel, “factótum” de la reina Constanza

Liadriel es una dama portuguesa que acompañó a la actual reina consorte de Castilla, Constanza, cuando vino a Castilla a casar con Fernando IV. Liadriel lo mismo le organiza una fiesta, que le pinta un cuadro o le busca muchachas ardientes a la par que discretas para las noches en que el rey está ausente de la Corte.
Pese a que sus conocimientos jurídicos no pasan de curso y medio de Derecho en la Complutense, en agradecimiento a los muchos favores prestados, la reina la ha nombrado Notaria Mayor del Reino, lo que la convierte en la máxima autoridad judicial por debajo del rey. Liadriel, orgullosa de su puesto, luce un broche en forma de mano como insignia de su rango.

Ahí va su retrato, de cuando fue nombrada Notaria Mayor del Reino:

https://pbs.twimg.com/media/E9mUve8XsAMnjtE.jpg:large

Boubaris de Manacor, ambicioso mercader mallorquín

Desde el reino de Mallorca llega Boubaris, que es el típico comerciante hecho a sí mismo que, comenzando con un humilde taller de raquetas en Manacor, ha conseguido ganarse una pequeña fortuna y ahora suspira por un título nobiliario que permita a sus hijos vivir de las rentas y no tener que trabajar como él. Otro empresario menos avispado ya habría perdido la cuenta del dinero que ha prestado a la Corona, pero él conserva registros escritos de cada céntimo.
Boubaris no es tonto y se da cuenta de que sus modales no son lo suficientemente exquisitos para la Corte. Por eso aprovecha cada ocasión para codearse con gente “de calidad” como Liadriel, Loboblanco o Laurence y así aprender los refinamientos cortesanos.

Loboblanco de Zamacona, hidalgo rentista y “camisa vieja”

El hidalgo asturiano Loboblanco es el reverso de la moneda de Boubaris: su linaje se remonta a Don Pánfilo de Zamacona, un compañero del mismísimo Don Pelayo, pero… tener, no tiene ni un clavel. Loboblanco se mantiene en la Corte gracias a su encanto personal, a su muy distinguido apellido y a su habilidad para el sablazo; no me refiero al de ganar duelos, sino al de sacarle la plata con estilo a gente más rica y menos lista que él. El lema no oficial de Loboblanco, que la Corte murmura a sus espaldas, es: “con arte y engaño pasa medio año; con engaño y con arte, pasa la otra parte”.
Loboblanco, es ni que decir tiene, un celoso cristiano viejo, enemigo de cualquier novedad o idea que pueda oler remotamente a herejía. Lo va a pasar regular con este grupo…


TURNO 1 – LA SEGUNDA TROMPETA

El grupo se inclinó sobre un mapa del Sur de la Península Ibérica, estudiando las posibles rutas hacia Salamanca.

—La ruta que sigue la frontera portuguesa pasa por Jabugo, capital del cerdo ibérico… y luego subiríamos por el valle de Matamoros. Creo que por ahí mejor no —dijo Sansalayne, la Reina Mora.

—Ufff y pasa también por Jerez de los Caballeros. Creo que no seríamos bienvenidas allí —abundó Ellaria.

—En cambio, la Vía de la Plata pasa por Monesterio —dijo Asha.

—¿Monesterio? ¿Con “e”? ¡Me encanta! —dijo Liadriel.

—No me cabe duda de que os sentís identificada con un pueblo que hace tal ostentación de su ignorancia —dijo alguien, pero no se pudo localizar al autor/a de tan insultante comentario.

—Yo tengo interés en pasar por Monesterio —dijo Aslan de Baskerville —Se están celebrando allí unos interesantes debates teológicos sobre las últimas tendencias religiosas, para decidir si son heréticas o acordes con el Magisterio de la Iglesia.

Quedó así decidido que el grupo tomaría la ruta que, pasando por Monesterio, subía hasta Mérida, Cáceres y finalmente, la sede universitaria de Salamanca.

Durante el viaje por las sierras del Norte de Andalucía, el grupo no fue molestado por los numerosos bandidos, moriscos y cristianos, que infestaban la zona. La presencia de dos caballeras de brillante armadura como Asha y Ellaria, más el “caballero de la armadura oxidada”, Loboblanco, bastó y sobró como fuerza disuasoria.

Tres jornadas después de salir de Jaén, llegaban a Monesterio. La vista era muy extraña para pleno verano:

—Vaya granizada ha caído aquí —observó Loboblanco. —Más parece esto Asturias en diciembre que Extremadura en agosto.

A la entrada les recibió el portero de la abadía, Fray Simón, cuyos ojillos parecían dos puñalás a un cartón. Inmediatamente les hizo pasar y les dio alojamiento en celdas individuales.

Esa misma noche cenaron con el abad, Fray Luis Enrique. Lo primero que les dijo fue:

—Mi comunidad está muy nerviosa. La granizada de ayer pilló a uno de mis monjes a la intemperie, volviendo al monasterio. Por desgracia, un rayo le alcanzó y acabó con su vida. Y ya han empezado las habladurías. Algunos hermanos relacionan esta muerte con el Apocalipsis. Ya saben, la Primera Trompeta: “el primer ángel tocó su trompeta, y fueron lanzados sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre.”

—Pero a continuación, el Apocalipsis dice “Se quemó la tercera parte de la tierra, junto con la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.” Y nada de eso ha pasado, ¿no es cierto? —apuntó Madelaph.

—Vamos a ver, cuando alguien cita una profecía, sólo se refiere a la parte que se cumple, no a todo, claro —replicó el abad. —Bueno, ahora que ya hemos tomado confianza, pueden llamarme Fray Lucho.

Ellaria no pudo contener su hilaridad —Frailucho, quiere que le llamemos Frailucho jajajajajaja. Ay, disculpad, Monseñor pero es que ¡¡¡jajajajaj no puedo Frailucho hahaha!!!

El abad, muy ofendido, replicó:

—¡La risa es pecado! ¡Desfigura los rostros humanos y los convierte en rictus demoníacos! ¡¿Y acaso creéis que no me he dado cuenta de que sois una Caballera de Montesa de Hacendado?! ¡Vos y vuestra amiga debíais de ser templarias heréticas hace menos de seis meses!

—¡No se pase, Fray Luis Enrique! ¡Una cosa es un ataque de risa involuntario y otra muy distinta, lanzar acusaciones de herejía basadas en prejuicios! Le recuerdo que el Papa disolvió la Orden del Temple, pero nunca, ¡nunca! la declaró herética —salió Asha, como solía, en defensa de su compañera de orden... y de paso confirmando el pasado templario de las dos caballeras.

—¿Acabo de escuchar a este señoro decir que la risa es pecado? —susurró Sansa a Madelaph. —¿Pero a este hombre, de qué siglo le han sacado?
Fray Lucho se despidió con un hosco “pax vobiscum” y se retiró a sus aposentos.

A la mañana siguiente, los monjes se levantaron antes que nuestros intrépidos aventureros, que venían cansados del largo viaje. Pronto empezaron los murmullos y los rezos nerviosos:

—¡La segunda trompeta! ¡Ya está aquí! ¡Se está cumpliendo en nuestros días!

Alarmados por el ruido que armaban los monjes, nuestros héroes y heroínas salieron de sus celdas al patio del monasterio. La visión de la Doctora Madelaph en una tina llena de sangre de cerdo les heló el corazón, no menos que las palabras de Fray Simón:

—El segundo ángel tocó la trompeta y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.

TURNO DE DIA 1, TURNO DE NOCHE 2 – UN DIA EN LA VIDA DE MONESTERIO Y UNA ORDALÍA

Las sospechas de Aslan de Baskerville, Laurence de Burdeos y Boubaris de Barbate recayeron sobre Fray Lucho.

—Ya se había producido aquí una muerte en muy extrañas circunstancias antes de que llegáramos. Vamos a seguirle el juego al abad durante un día y así aprovecharemos para sonsacarle a los monjes si realmente estuvo con ellos todo el día.

Pareció bien el plan al grupo, con lo que después de Maitines, siguieron, en apariencia dócilmente, a Fray Lucho al debate teológico de la mañana.

—Hoy se discute sobre las ideas del catarismo, muy difundidas por el Sur de Francia —les explicó el abad.

—¡Cátaros! ¡Los odio! —dijo Laurence. —En mi país les llamamos “Le Qatar”. Se creen mejores que nosotros y sólo respetan dos sacramentos: uno que llaman en su horrible lengua provenzal “Consolament”, y otro, más importante, al que llaman “Petroleum”.

—¡Cátaros! ¡¿En serio?! —dijo Asha —¡Estoy harta de oír hablar de los cátaros! ¡Todo el santo día la gente dando la murga con esa maldita secta! ¿Es que no hay problemas más importantes? ¡Me importan cero los cátaros!

Todo el mundo se volvió para mirar, con sorpresa, a la templaria.

—¿Has dicho “cero”? —preguntó con voz glacial Fray Lucho.

—Ehhh… nooo, claro que no —salió Ellaria, como era habitual, en su defensa. —Ha dicho “me importa menos”.

—Pues yo he oído “cero”, pero no sé lo que significa —replicó Liadriel.

—El cero, amiga mía, es un signo que representa la ausencia de número —explicó Aslan, muy satisfecho, como siempre, de demostrar sus propios conocimientos. —Se utiliza también para marcar las posiciones 10, 100 y 1000 en los números arábigos. Es un concepto sospechoso de herejía, ya que parece ser que lo inventó un matemático indio. Un tal Sunak, al que tal descubrimiento le valió ser nombrado Tesorero Mayor del Reino y posteriormente, Gran Visir.

—A mí me suena herético por los cuatro costados —intervino Loboblanco —¿Podemos quemar el cero ese?
Sansalayne rió de buena gana ante la sugerencia del hidalgo asturiano.

—Ehhh… me temo que no, amigo mío. El cero es un concepto matemático, no se puede quemar. —Respondió, conteniendo la risa, Aslan de Baskerville.

—Cosas más difíciles han ardido —contestó Loboblanco.

—Bueno, yo por cerrar esta discusión, diría que no es seguro que el cero sea herético sólo por provenir de la India. —terció nuevamente Ellaria como abogada defensora. —Quiero decir, que todos sabemos que Santo Tomás Apóstol predicó en la India, ¿no? Por tanto, en la India ha de haber cristianos. “Ergo”, no se puede asegurar que el tal Sunak ese fuera pagano o musulmán. Es posible que fuese cristiano.

—Brillante argumentación, Ellaria —aplaudió Liadriel. —Igual podrías hacer carrera en Derecho. Venga, vamos al debate este del catarismo.

El grupo entró en la sala donde se debatía sobre los cátaros y lo que escucharon… les aburrió sobremanera. Un fraile dominico con aspecto de no haber tenido jamás menos de 60 años estaba diciendo:

—Antes de abordar esta cuestión, es preciso ¡ejem! Dilucidar un punto muuuuy importante: ¿Eran Jesucristo y sus apóstoles, o no eran ¡ejem! dueños de las ropas que vestían?

Los chechinillos pronto desconectaron y se pusieron a preguntar en voz baja a los monjes por las posibles coartadas de Fray Lucho. No averiguaron nada que les hiciera pensar que no había estado todo el día muy acompañado.

Por la tarde, la sesión versaba sobre la posible herejía de las Amazonas. Ninguna había oído hablar de ella, por lo que Fray Lucho les explicó:

—Las “Amazonas” se llaman así por corrupción del nombre de su líder, un tal Jeffrey o Jeff de Besanzona. Resulta que las Amazonas se gastaron una fortuna en bulas, para pedirle al Papa permiso para escribir cinco nuevos libros de Historia Sagrada, que cubrirían el período que va desde el libro de Malaquías hasta el principio del Nuevo Testamento. Su ambición, claro está, es que tuvieran tanto éxito que llegasen a ser libros canónicos a incorporar a la Biblia. Pero, ¡ay, amigas mías, el resultado!

—¿Qué paso, Fray Luis Enrique? ¿No se cumplieron sus expectativas? —preguntó Sansalayne.

—Es que… vamos a ver… las historias que escribieron… son de todo, menos canónicas. Están rozando la herejía. Por ejemplo, ¿se imaginan que han caracterizado a María Magdalena como “Generala de los Ejércitos de Galilea?” ¡Si los Evangelios nos dicen claramente que era una meretriz!

—Eso sí es muy quemable, Monseñor —dijo Loboblanco. —No sé a qué viene tanto debate.

—Por las bulas, hijo mío, por las bulas. Hay que analizar exactamente el contenido de las bulas, para saber qué tenían derecho a contar, qué no y que es lo que se han saltado del Sagrado Canon.

El grupo entró en la sala del debate y su impresión fue aún peor que la de la mañana. Un fraile franciscano increpaba a una ursulina:

—¡Las monjas de vuestra orden llevan bragas, que es una prenda superflua, para dar satisfacción a vuestro pecado de vanidad!

A lo que la ursulina contestó:

—¡Vosotros los franciscanos, no lleváis calzoncillos para andar más prestos a la deshonestidad!

Nuevamente los chechinillos, para evitar esta vergüenza ajena, se dedicaron a preguntar entre los asistentes… y todos corroboraron las coartadas del abad.

Tras despedirse de Fray Lucho, el grupo se reunió ante la tina donde había estado el cadáver de Madelaph, aún llena de sangre de cerdo.

—Yo no he podido ser —dijo Sansa —soy musulmana y no podría ni tocar la sangre de cerdo.

—El crimen no lleva la marca de los templarios —dijo Lau Bu.

—Es muy sencillo. Os voy a explicar cómo se metió aquí el cadáver —dijo Aslan —Veréis, el asesino o asesina cogió a la víctima con este gancho, la izó usando esta polea… la movió y la depositó dentro de la tina. No tuvo ni que mancharse las manos. Por aplicación del principio de Arquímedes, el asesino sabía que la sangre de cerdo no iba a llegar a desbordar.

Loboblanco dio tres palmadas escépticas.

—Ya, ¿y pensáis que nos vamos a creer que sólo con vuestro razonamiento habéis averiguado eso? Sólo hay una forma de que sepáis eso: porque VOS sois el culpable.

El grupo asintió y de repente Fray Aslan se vio rodeado de miradas hostiles.

—Fray Aslan de Baskerville, por la autoridad que me confiere el Rey Don Fernando, El Quarto de su Nombre… rey de Castilla, León, Galicia, Murcia, etcétera etcétera —dijo Liadriel —os conmino a un juicio por ordalía. Poneos vos mismo el gancho y probad cómo podéis entrar en la tina, y demostraréis vuestra inocencia. Si no lo conseguís, quedará claro que os habéis inventado todo esto y que sólo queríais desviar del verdadero culpable, es decir, vos.


Fray Aslan no tuvo más remedio que enganchar el gancho de carnicero a su cinturón. Varias personas tiraron de la cuerda, movieron la polea y… consiguieron meter al inglés en la tina de sangre de cerdo. Aslan el Susurrante se ahogó rápidamente y murió, sin que a nadie se le ocurriese volcar la tina para sacarle. Las dos únicas personas que sabían de Física en este grupo estaban ya muertas.

—Bien, pues ya tenemos un sospechoso menos. Está claro que era inocente. —dijo Liadriel —Bueno, no miréis así, que ha sido idea vuestra. Yo no soy una ogra ¿eh? También hago cosas buenas, para mejorar los derechos y libertades en Castilla.

—¿Como por ejemplo? —preguntó Lau Bu.

—Pues… una de mis primeras medidas fue… ante las numerosas dudas que me trasladaban los Concejos Municipales, decidí legalizar los baños en burkini en todas las playas de Castilla.

—Ah, pues mira, eso te lo aplaudo —respondió Sansalayne —Así las musulmanas se pueden bañar en público, sin tener problemas con su religión.


TURNO DE DÍA 2, TURNO DE NOCHE 3 – TROMPETAS Y MÁS TROMPETAS.

Estando el grupo todavía junto a la tina de sangre de cerdo en el monasterio de Monesterio, el pobre Aslan dio su última boqueada y asomó un instante por encima del nivel de la sangre, para decir:

—A… Ash..ASHA

—¡No hay duda! ¡Con su último aliento ha señalado a su asesina! —dijo Loboblanco. —Así pues, yo os acuso, Asha, del asesinato de Fray Aslan de Baskerville.

—¡Pero qué acusación más innoble y rastrera! ¡Sin duda estaba llamándome para pedir auxilio para salir de la tina! —respondió la interpelada, con el asentimiento general.

—¡Esto es indigno de un hidalgo asturiano! ¡Merecéis la muerte, Loboblanco! —dijo Lau Bu.

Todo el grupo, menos Liadriel, empezó a corear ¡MUERTE! ¡MUERTE! ¡MUERTEEE! Y de inmediato se abalanzaron sobre el sorprendido Loboblanco, asaltándole y golpeándole con puñetazos, patadas, arañazos, tirones de pelo e incluso escupitajos.

Sólo Liadriel se mantuvo al margen: —Yo no participo en linchamientos, esto no es justicia sino venganza. Yo no mato a nadie sin el debido proceso judicial.

Tras un par de interminables minutos de abuso, finalmente alguien rompió una baldosa del suelo y la estrelló repetidas veces sobre la cabeza del desventurado Lobo, acabando definitivamente con su vida. Cuando la turba se dio cuenta de que el asturiano estaba muerto y bien muerto, procedió a registrarle… y vieron que se había agenciado los anteojos de Fray Aslan de Baskerville. Así se dieron cuenta de su error, pues habían linchado vilmente a Loboblanco, el Espía.

—Vámonos de este lugar maldito antes de que nos matemos todos entre nosotros —dijo Boubaris. —Fray Lucho no será culpable de las muertes, pero sí nos está entreteniendo como un titiritero y alejándonos de nuestra misión.

—De acuerdo, Boubaris, pero antes de eso, registremos las pertenencias de Fray Aslan —sugirió Asha.

Entre los cuadernos del finado, encontraron una serie de mapas muy detallados de Gibraltar. Parece ser que Fray Aslan había estado presente en el asedio y toma de la ciudad.

—¿Qué curioso, no? ¿Qué interés puede tener un fraile franciscano inglés en una fortaleza en el Estrecho? —se preguntó Ellaria.

—No me fío de la pérfida Albión —respondió Boubaris. —Sus mercaderes nos hacen competencia desleal siempre que pueden. Yo metería esos planos discretamente en la biblioteca de este monasterio y enviaría el resto de sus papeles a su convento en Inglaterra.

Sólo Lau Bu estuvo de acuerdo con la sugerencia de Boubaris, oponiéndose el resto; por lo que todas las pertenencias del difunto fueron remitidas a la Abadía de Baskerville. Lo que no podían saber era que, cuatro siglos más tarde, la escuadra anglo-holandesa que invadió el Peñón llevaba mapas que eran copias de copias de copias de aquéllos dibujos tan detallados que había hecho el bueno de Aslan en 1309.

—Ay, la toma de Gibraltar… qué buenos recuerdos me trae… con perdón de su Alteza, Sansa —dijo Asha.

—Decidme sólo una cosa —respondió la reina mora. —¿Diríais que mis tropas lucharon bien?

—Tan bien… como cabía esperar —replicó Ellaria, haciendo un esfuerzo por ser diplomática.

Las supervivientes se limpiaron un poco, ocultaron el cadáver del hidalgo como mejor pudieron y se despidieron rápidamente y sin ceremonias de Fray Luis Enrique y de aquél monasterio, que a partir de entonces empezó a ser conocido como “El Monasterio de la Roja Sangre”; nombre que, con el correr de los siglos, se desgastó a “El Monasterio de la Roja”. Muchos siglos después, un escritor italiano se haría famoso con una novela superventas ambientada en estos sucesos, llamada “El Nombre de la Roja”.

Cruzaron las supervivientes las dehesas extremeñas en los siguientes días. Eran tierras tranquilas, grandes latifundios que suscitaban la envidia de Boubaris. Al cabo de cinco días, hallándose ya al Norte de Cáceres, pararon en una gran villa rural cerca de Plasencia. Allí fueron acogidos por una familia noble que deseaba, sobre todo, congraciarse con Liadriel como mano derecha de la reina.

Unos criados dispusieron unas bañeras con agua caliente. En una habitación para las mujeres y en otra, solamente Boubaris, al ser el único hombre superviviente.

El mallorquín se había desvestido y metido ya en su tina, cuando se acercó un sirviente de la casa con un frasco de sales.

—¿Qué traes ahí, muchacho?

—Unas sales que me ha dado una de sus compañeras. Dice que le harán inolvidable el baño.

—Ah, vaya qué considerada. Pues sí que me merezco un buen baño con su espumita y demás. Después de haberme pasado por la piedra a medio grupo y viajar desde Jaén hasta aquí, estoy bastante asqueroso, la verdad.

El mozo vertió las sales en la bañera del mercader. El agua se tiñó de negro y Boubaris comenzó a chillar. El agua le quemaba y al gritar, se le metió de lleno en los pulmones. Su cuerpo se hinchó, adquirendo forma y color grotescos, y expiró entre atroces dolores.

Las mujeres del grupo, al oír los gritos en la estancia contigua, se pusieron unos caros albornoces y salieron precipitadamente a ver qué pasaba con su compañero. Sólo llegaron para ver el cadáver del Conde Mor flotando en el agua. Así cayó Boubaris el Mancebo / Stripper.
Ellaria estaba muy impresionada por la escena y citó:

“El tercer ángel tocó su trompeta. La tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y mucha gente murió por las aguas, que se habían vuelto amargas“

Las supervivientes salieron de aquélla mansión a la mañana siguiente, tras dar cristiana sepultura a Boubaris de Manacor, quien ya no podría legar sus títulos de Conde Mor y Señor de Barbate a sus descendientes. Entre su testamento destacó una previsión, que Liadriel convirtió inmediatamente en Real Cédula y envió por mensajero a Sevilla y Toledo:

“Deseo que, a partir de mi muerte, si Su Majestad puede conceder esta merced a su leal servidor, las Islas Baleares aparezcan en los mapas de las Españas a la derecha de la Península Ibérica, en su posición natural, y no en ese maldito recuadro abajo a la izquierda, que no se corresponde en absoluto con su situación geográfica”.

El grupo recorrió las dos etapas que quedaban hasta Salamanca en un silencio casi total. Allí fueron objeto de un recibimiento muy poco entusiasta por el Decano de la Facultad de Derecho, que no estaba muy contento con los recortes a su presupuesto impuestos por Liadriel.

—¡¿Cómo dice?! ¡¿Que nos alojan en una residencia femenina de estudiantes?! ¡Pero que soy la Notaria Mayor del Reino! ¡Exijo como mínimo una habitación en el Palacio Episcopal! Que además estamos en verano y la mayoría de la gente estará de vacaciones, así que seguro que hay sitio de sobra.

Tras las airadas protestas de la Mano de la Reina, las cinco supervivientes recibieron lujosas celdas en el convento de las Clarisas, orden de monjas muy ligada a la realeza castellana.

Tras un breve descanso y cambio de ropa, las Chechinillas fueron a la Biblioteca universitaria para buscar pistas sobre la Universidad del Diablo. El cansancio las fue venciendo una a una y se retiraron a sus mullidos aposentos. Todas excepto Liadriel, que era infatigable en su devoción a los Reyes y seguía buscando, aun de noche, a la luz de un candil.

La Notaria Mayor del Reino encontró un texto que parecía interesante. Despertó a la bibliotecaria y le hizo sacar una copia. Pese a sus protestas, Liadriel la envió como mensajera al convento de las Clarisas, para dejar el texto en sus aposentos. Así se quedó sola en la oscura biblioteca.
Bueno, eso pensaba ella… porque a los dos minutos de salir la bibliotecaria con su valioso documento, una sombra se cernió sobre la agotada Liadriel, llevando una esfera armilar en la mano. El brutal impacto destrozó la cabeza de la Notaria Mayor del Reino y también hundió hacia dentro la esfera con sus planetas.

A la mañana siguiente, la bibliotecaria descubrió el cadáver de Liadriel la Ermitaña y no pudo evitar recordar estos versos del Apocalipsis de San Juan:
“El cuarto ángel Tocó la trompeta. Y fue herida la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas”

TURNO DE DÍA 3, TURNO DE NOCHE 4 – LA BRUJA NOVATA Y EL CONTUBERNIO TEMPLARIO

Esa misma noche, Sansalayne por fin podía dedicarse en la intimidad de su celda en el convento de las Clarisas a lo que venía deseando desde que salieran de Monesterio: sonsacarle al espíritu de Madelaph toda su sabiduría arcana. Tras muchos esfuerzos y tentativas fallidas, la Reina Mora había conseguido arrancar el alma de un cadáver. No había sido tarea fácil, sobre todo al no tener el cuerpo entero de la doctora judía, sino tan sólo un mechón de cabello.

Sansalayne no llevaba mucho tiempo dedicándose a la nigromancia a tiempo parcial. Tras la pérdida de su reino de Gibraltar en 1309, pasó unos meses llorando y comiendo sin medida, hasta que finalmente fue captada por un grupo místico, ocultista e irredentista musulmán, que quería establecer un Super Califato que uniese a toda la “comunidad de los creyentes”, desde Portugal hasta la India. Ellos se llamaban a sí mismos “Los Supercalifatilísticos” y el estribillo de la canción del grupo de trovadores “Los Niqqibs” que era su credo decía así:

“Con las taifas y los nazaríes
Nos echaron de nuestros jardines.
Esto tiene que cambiar
Nuestras hijas se merecen
Que seamos de nuevo… ¡Califas!
Que venga el Supercalifato
Que venga el Supercalifatoooo.”

Rumores de la existencia de este grupo de hechiceras, nigromantes y estudiosos de lo oculto en general, acabaron llegando a tierras cristianas. Allí fueron tomados a chufla por el pueblo llano, que ideó su propia canción para ridiculizarlos:

“Soy supercalifragilisticoespialidoso
Aunque suene extravagante, raro y espantoso
Si lo digo con soltura sonará armonioso”

Sansalayne, como decíamos, pasó toda la noche exprimiendo a la pobre sombra condenada en que se había convertido Madelaph. Se acostó al rayar el alba, agotada pero satisfecha por sus grandes progresos. Pero al cabo de media hora… apareció la bibliotecaria de la Facultad de Derecho, dando grandes gritos para informar de la muerte violenta de Liadriel.

Las cuatro supervivientes del grupo se reunieron en el descansillo que daba a la salida de sus celdas. El aspecto ojeroso y desastrado de Sansalayne llamó la atención de sus compañeras, que rápidamente centraron sus sospechas en ella:

—Sansalayne, ¿no te importará que echemos un vistazo a tu celda, verdad?

—Eh… pues la verdad es que sí… la tengo hecha un desastre, jeje, si me dais unos minutillos para ordenarla…

—Pues no, la verdad es que no —respondió, cortante, Lau Bu. —Queremos entrar AHORA MISMO.

—Yo he oído muchos ruidos en tu celda esta noche, Sansa —abundó Ellaria.

—Yo también, parece como si no pudieras descansar… algo habrás hecho —remachó Asha.
Sansa intentó interponerse en la puerta de su celda, pero las templarias la apartaron con un rudo empellón. Cuando Lau, Asha y Ellaria vieron lo que había allí dentro… un grimorio abierto por la mitad, un gallo negro desangrado en el suelo y… en una esquina, hecha un ovillo, la sombra maldita de Madelaph.

—¡Made! ¡Ataca! —chilló la Nigromante.

Pero la sombra de Madelaph era eso, una mera sombra. Hizo ruidos y movimientos amenazadores, se cernió sobre Laurence y las templarias, pero… dañar lo que se dice dañar, no podía, pues ya era un ente totalmente incorpóreo.
Asha, Ellaria y Lau metieron a Sansa en su celda y cerraron la puerta.

—Las musulmanas creéis en el Antiguo Testamento, ¿verdad? —preguntó Laurence.

—S…sí.

—¿Y qué dice el Antiguo Testamento sobre las personas como tú? —inquirió Asha.

—“No dejarás con vida a la hechicera” —completó Ellaria.

Y a eso se pusieron las tres: Lau estrelló su laúd sobre la cabeza de Sansa, mientras Asha y Ellaria deseinvaban sus espadones y le lanzaban tajo tras tajo.

La reina mora, antes de morir, reconcentrando todas las (pocas) fuerzas mágicas que tenía, aprovechó para soltar un maleficio:
—¡Malditas cruzadas cristianas! ¡Yo maldigo Gibraltar y os digo, que en verdad Castilla aún ha de perder mi antigua fortaleza, no una, sino dos veces!
Con esto expiró Sansalayne la Nigromante. Ni que decir tiene que su profecía se cumplió, pues los musulmanes reconquistaron la plaza en 1333 y, como todos sabemos, los británicos se la agenciaron en 1707.

—Bien, ahora veamos qué era ese documento tan importante que le costó la vida a Liadriel —dijo Lau Bu.
Desenrollaron el pergamino y vieron que su lectura era bastante complicada.

—Dale tú, Lau —dijo Asha.

—Ehhh… mejor leed vosotras, ¿no? —respondió ésta. —Está en un castellano muy difícil y yo soy francesa.

—Verás, Laurence, es que… Asha sabe leer y yo escribir ¿me entiendes? —dijo Ellaria.

—Bueno, está bien, leeré yo —concedió Laurence de Burdeos. Empezó a leer con su melodiosa voz de trovadora, haciendo un esfuerzo por pronunciar bien los extraños nombres:

Esctracto del Processo seguido por el Sancto Ofiçio en contra del herexe Raphael Yopis, condenado en el año de Gracia de 1307

De los Primeros Engendrados, escripto está que esperan siempre al unbral de la Entrada, é la dicha Entrada se encuentra en todas partes é en todos tienpos, ca Ellos non conosçen tiempo nyn lugar, sino esisten en todo tiempo é en todo lugar, a la ves é syn paresçer, é los ay dEllos que tomar pueden diferentes Fformas é Maneras, é revestir una Fforma dada é un Rrostro sabydo; é las Entradas dEllos están en cualquier parte, mas la primera es aquella cuya fize avrir, a Saber: Irem, Çibdat de los munchos Pylares, Çibdat so el Desyerto, mas sy ome alguno dixere la Palabra prohibida avrirá allí mesmo una Entrada é podrá aguardar a Los Que Atravesaren la dicha Entrada, que asy podrán ser: Doles é el Mi-Go, é el pueblo Cho-Cho, é los Profundos de la Mar, é los Gugos, é las Descarnadas Ánimas de la Noche, é los Cogotes é los Vormis, é los Santacos que fazen custodia de la Kadat del Desyerto de los Yelos é la Meseta de Leng.

—Vaya, debe de ser una especie de acertijo para encontrar la Universidad del Diablo —dijo Lau Bu.

Tan absorta estaba en su lectura, que no se dio cuenta de la mirada de complicidad y el extraño gesto con los dedos que hicieron Asha y Ellaria. Se recordará que en ningún momento he dicho que hubiesen envainado sus aceros tras matar a Sansa…

Que todos por igual son Fijos de los Dioses Primeros. Pues aconstesçió que, la Grande Rraça de Yit non aviendo conzierto con los Primigenios, é separados todos, dexaron a los Primigenios el señorío del Universo Mundo, ca tornando de Yit la dicha Grande Rraça, tomó la Su Morada en un tiempo de la Tierra por venir é todavía non conoscido de la que agora caminan por sobre della. E aquí mesmo aguardan Ellos fasta que tornen otra vegada de los bientos é las Vozes que ante los llebaron é Lo Que Caminó sobre los Bientos del Mundo é de los espazios vaçíos que están entre las Estrellas por siempre.

—Non nobis, domine —dijo Ellaria

—Sed nomini tuo da gloriam —respondió Asha, completando la divisa de los templarios.

Y en ese mismo momento, Asesina y Justiciera, Justiciera y Asesina, lanzaron sus espadas sobre la pobre Laurence de Burdeos, la Política o Cabildera, que no se olía nada. Su muerte fue muy rápida.

—Yo nunca tuve la menor intención de condenar mi alma yendo a la Universidad esa del Demonio —dijo la Asesina.

—Yo tampoco —contestó la Justicia; ambas obviaban que sus almas estaban ya más que condenadas por todas las muertes que llevaban a cuestas. —Ahora vamos a contarle un cuentito a la abadesa, cargándole esta muerta a Sansalayne, y vamos a ver al abogado ese que decía María de Molina.

—¿Pero qué abogado ni qué abogado? —respondió la Asesina —¡Lo que hay que hacer es volver ya a Jaén y matar al rey! ¡Que pague por lo que nos hizo! ¡A toda la Orden del Temple!

—A ver, a veeeer, no te dejes llevar por la venganza. Hay que dejar el pasado atrás. Tenemos que ser útiles a la Corona, así conseguiremos indulgencia para nuestros hermanos que están en prisión y nos dejarán rehacer nuestras vidas.

—¿Indulgencia? ¿Pero qué dices? ¡Muerte y venganza! ¡Restablecer el Temple con honores! ¡Que todo el mundo sepa que ni Papas ni reyes pueden enfrentársenos!

—Mira, esta decisión nos excede a nosotras dos. Tenemos que convocar el Contubernio. Y respecto a lo del Abogado… tenemos que saber de qué plazo disponemos. Aparte que le debemos la consulta jurídica a Boubaris.

La Asesina se plegó a los argumentos de la Justiciera, con lo que ambas fueron a ver a Luis Díez Picazo “el joven”. El jurista, tras escandalizarse por su falta de conocimientos jurídicos, vino a decirles que tenían que considerar el plazo de 30 días naturales, contados de fecha a fecha, desde el día siguiente al de la maldición. Lo que ponía la fecha límite para la muerte del rey en el 7 de septiembre de 1312.

Respecto al caso de la herencia del bastardo de Boubaris en Manacor:

—Oh, sin duda es un caso apasionante. Se mezcla el Derecho Nobiliario con el Derecho Internacional Privado, por estar Mallorca en otro país (el Reino de Aragón). Y tiene un componente importante de Derecho Civil… uhmmm esto es más un tema para mi hija, Teresa, que es la que entiende de Derecho de Familia. Pero les va costar bastante dinero y por supuesto, tardará al menos una semana en contestar.

—Le dejamos 20 maravedíes de oro —dijo Asha, entregando el dinero que María de Molina había asignado a Boubaris. —Esto cubrirá los honorarios de su hija y el mensajero de ida y vuelta a Mallorca. Que entregue su dictamen a Doña Bernarda de Boubaris, la madre de nuestro difunto compañero.

—Sin duda, así se hará —contestó el eminente jurista.

Asha y Ellaria regresaron hacia Jaén, en esta ocasión tomando la ruta que pasaba por Ciudad Real. Justo antes de salir de Salamanca, enviaron multitud de mensajes para toda Castilla, convocando al Contubernio Templario en la fortaleza de Calatrava la Vieja, para el día 3 de Septiembre. Allí habría de sellarse el destino del Rey Fernando IV…


TURNO DE DÍA 4 – EXAMEN FINAL

Según lo previsto, el Contubernio Templario se reunió en las ruinas abandonadas del castillo de Calatrava la Vieja el 3 de septiembre de 1312. Era una fortaleza al Sur de la actual provincia de Ciudad Real, muy cerca de la entrada al desfiladero de Despeñaperros que era la principal vía de comunicación entre Castilla la Nueva y Andalucía. Este castillo, situado en lo alto de una solitaria colina, había pertenecido a los templarios hasta hacía pocos meses; pero unos pocos maravedíes bien gastados y unos rumores mejor esparcidos, ya convertían al lugar en la imaginación popular, en punto de reunión de ánimas en pena, phantasmas y demás criaturas de la noche. Por eso, cuando los lugareños vieron encenderse varias hogueras en la noche del 3 al 4 de septiembre en lo alto del cerro, se santiguaron, cerraron puertas y ventanas a cal y canto, y dejaron a los templarios celebrar sin molestias su asamblea.

En el Contubernio Templario había unas 70 personas, llegadas de todos los confines del Reino de Castilla. El motivo de la reunión no se le escapaba a nadie: ¿debían los templarios aprovechar la ocasión del “emplazamiento” del rey Fernando para asesinarle? ¿o por el contrario, era mejor dejar que pasara lo que tuviera que pasar e intentar congraciarse con el nuevo orden establecido?

Las damas y caballeros del Temple estaban ya votando y no parecía haber una mayoría clara en uno u otro sentido.

Asha le dijo a Ellaria: —Vamos, compañera, te toca intervenir en el Contubernio. Haz tu discurso de que debemos hacer penitencia, adaptarnos a los tiempos que nos ha tocado vivir y todo eso.

—Lo… lo siento, Asha, no puedo —respondió Ellaria. —Tú ya sabes lo mal que se me da fablar en público. De verdad, además que… ¿cómo voy a intervenir públicamente para llevarte la contraria? ¡Es superior a mis fuerzas! Ve y fabla tú.

Asha dejó a su compañera de fatigas rezando y se dirigió al círculo marcado por las hogueras.

—¡Fratres! (Hermanos) ¡Sorores! (Hermanas) Yo venía a este Contubernio dispuesta a lanzar un discurso de odio y venganza. A pedir vuestro voto para que me designarais como Matarreyes y ajusticiar a Don Fernando de Castilla, el Quarto de su Nombre. A matar a quien hiciera falta para hacer al Temple grande de nuevo. Pero mi compañera Ellaria, con su ejemplo de humildad y penitencia, me ha convencido de lo contrario. Ante vosotros me acuso, sorores, fratres, de haber pecado mucho. De pensamiento, palabra, obra y omisión. De obra, sobre todo, la verdad. Pues yo asesiné a sangre fría a la doctora judía Madelaph y a la Notaria Mayor del Reino, Liadriel. A quien sacare sangre sin pecado, Dios lo demandará.
(Exclamaciones de “ahhh” “oooohhh” entre la concurrencia)

—Así pues —prosiguió Asha —no soy digna de pedir vuestro voto. No soy digna de que me designéis como Matarreyes. Por no ser, no soy digna de seguir compartiendo caballo y fatigas con Ellaria, mi compañera de vida, mi conmilitona, mi caballera ejemplar. Por tanto, me voy a hacer una auto-ordalía. Me despeñaré de este cerro y si sobrevivo, sabré que Dios quiere que siga haciendo penitencia; si muero, sabré que el Altísimo ha considerado sincero mi arrepentimiento. Señor, ¡en tus manos encomiendo mi espíritu!

—¡¡¡Noooooooo!!! —gritó Ellaria, pero la decisión de Asha ya no tenía vuelta atrás. Asha se lanzó de espaldas por el borde de la colina y cayó unos 20 metros antes de impactar contra el suelo, rebotar, caer otros 5 ó 6 metros y finalmente parar sobre unos matorrales.
Los templarios bajaron corriendo, pero tan sólo pudieron certificar la muerte de Asha, la Asesina.

El 7 de septiembre por la mañana, Ellaria se presentó en la Corte Real, que como se recordará estaba en Jaén. El ambiente era, en general, festivo; ya que, dos días antes, el Ejército castellano había logrado finalmente conquistar la fortaleza de Alcaudete al Reino de Granada; añadiendo así un pequeño y nuevo eslabón a la cadena de victorias que acabaría, andando el tiempo, con la completa Reconquista de la Península. Pero en los aposentos reales no había alegría alguna. El rey había enfermado hacía un par de días; de indigestión, según los galenos. Todo el mundo, pero especialmente María de Molina, tenía muy presente que ese día expiraba el plazo marcado por los Carvajales.

—Y bien, Ellaria, espero que nos traigáis la solución al mal que aqueja a mi hijo. ¿Qué os han contado en la Universidad del Diablo? —preguntó la madre del rey.

—Que, si es voluntad de Dios que en el día de hoy se cumpla el plazo, nada puede hacer Satanás. Pues el Maligno sólo tiene el poder que el Altísimo le permite ejercer para escarnio de pecadores —respondió Ellaria.

—Vamos, que no habéis estado en la Universidad de Lucifer. Os habéis pasado la misión por el arco del triunfo.

—No, no, mi señora, estuvimos, estuvimos —mintió la caballera.

—¿Ah, sí? Entonces, a ver, decidme: ¿quién guarda las puertas de la Universidad?

—Pues… un perro de tres cabezas al que llaman Cerbero, o Can Cerbero. —contestó Ellaria, tirando de sabiduría popular.

—Vale, esta pregunta era muy fácil. Ahora dime: ¿Cómo se llama la profesora de Adivinación en la Universidad del Diablo?

—Pues… eh… ¿María? —contestó Ellaria, optando por el nombre de mujer más común.

—¡Pues no! ¡Sibila! ¡Se llama Doña Sibila!

—Vaya… adivinación, sibila… tiene sentido.

—¡El de pociones! ¡¿Cómo se llama el profesor de pociones y filtros mágicos?!

—Pues… eh… ¿Arsenio? —aventuró Ellaria, siguiendo la misma lógica.

—¡Severo! ¡Don Severo se llama! No conocisteis a ningún profesor. Igual ni pasasteis de la puerta… ¿Cómo se llaman los asistentes de los demonios que allí trabajan?

Recordando el enloquecido texto del hereje Raphael Yopis, Ellaria se tiró un nuevo triple:

—¿Santacos? Ehhhh… ¿Ánimas Descarnadas de la Noche?

—Tunos negros. Los ayudantes de los profesores son ¡los tunos negros! Ya no hay más preguntas: está claro que no me vais a ayudar ni a mí ni al rey.

—Todo está en manos de Dios, mi señora.

—Gracias por constatar lo obvio. Para eso no necesito a nadie. Ahora ¡largo de mi vista! Como se muera mi Fernando, voy a desterrar de Castilla a todos los falsos templarios de Hacendado como tú, y daré orden a la Justicia de aplicar el rigor contra vosotros que debí establecer en el mes de mayo, cuando se disolvió vuestra maldita orden.

En ese momento entró en la sala un rubio bebé de unos 15 meses de edad, con paso tambaleante: el Príncipe de Asturias, futuro Alfonso XI.

—Despacito, Fonsi, despacito —le dijo María de Molina. —¡Ven a mis brazos, cuchifritín!

—Calienta que sales, Fonsi —contestó Ellaria la Justiciera mientras salía; la ex templaria ya estaba en modo “de perdidas al río”.

Aquí termina la historia chechinil y volvemos a entroncar con la Historia oficial.

Como contó Don Diego Rodríguez, cronista oficial del Reino:

"Los escuderos fueron despeñados y muertos, y el rey Don Fernando vino a Jaén. E acaesció que dos días antes que se compliese el plazo se sintió enojado, comió carne y bebió vino. Como el día del plazo de los treinta días que los escuderos que mató le emplazaron se compliesse, queriendo partir para Alcaudete, que su hermano el Infante Don Pedro havía a los Moros tomado, comió temprano, y acostosse a dormir en la siesta, que era en verano; acaesció assí que quando fueron para le despertar, halláronlo muerto en la cama, que ninguno no le vido morir.
Mucho se deben atentar los Jueces antes que procedan a executar justicia, mayormente de sangre, hasta saber verdaderamente el hecho por que la justicia se deba executar. Ca como en el Génesis se lee: quién saccare sangre sin pecado, Dios lo demandará. Este Rey no tuvo la manera que convenía a execución de justicia, y por tanto acabó como dicho es."

Y en palabras de otro historiador:
"Acrecentóse la fama y la opinión susodicha, concebida en los ánimos del vulgo, por la muerte de dos grandes príncipes que por semejante razón: fallecieron en los dos años próximos siguientes: estos fueron Philipo Rey de Francia y el Papa Clemente, ambos citados por los Templarios para delante el divino tribunal, al tiempo que con fuego y todo género de tormentos los mandaban castigar y perseguían toda aquella religión. Tal era la fama que corría, si verdadera si falsa, no se sabe, mas es de creer que fuese falsa: en lo que sucedió al Rey D. Fernando nadie pone duda."

POST CHECHINUM

La reclamación de los títulos de Conde Mor y Barón de Barbate por parte del hijo de Boubaris fue objeto de un largo proceso judicial. En vida de María de Molina, fue imposible reconocer aquéllos títulos. Pero, en 1322, ya fallecida la madre de Fernando IV, finalmente le fueron reconocidos. El hijo de Boubaris, que ya era un mozo de 20 años, desembarcó al año siguiente en el puerto de Barbate, llevando consigo un pequeño contingente de mallorquines.

Entre las innovaciones que trajeron, destacó la ventana emplomada, llamada “finestra” en mallorquín. Andando el tiempo, el lenguaje popular de la zona convirtió aquella expresión en el “fistro” que todos conocemos.

El Conde Mor traspasó el título a su hijo, quien a su vez lo conservó hasta la década de 1350, cuando la “Guerra de los Dos Pedros” entre Castilla y Aragón determinó que todos los nobles aragoneses perdieran sus títulos en Castilla. El título de Conde Mor pasó, en el imaginario popular, a ser un personaje excéntrico, de chufla; una persona que se da mucha importancia sin tenerla realmente.


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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Asha Grey » Jue, 08 Dic 2022, 10:48

Sansalayne escribió:
Jue, 08 Dic 2022, 09:46
Yo de verdad, no entiendo nada. Llevo jugando ininterrumpidamente desde mi primera partida en 2011.. Seguiré jugando pero, ¿en serio? :ns:
No, mujé, ni que hubiera sido el primer suicidio de la historia chechinil :bb:. Existen varias razones, unas más que otras, aunque las que más puedan pesar son no poner en tesitura a Scully, y que he tenido demasiada suerte, que no merecía, pues lamento mis crímenes :cry: . Os pido disculpas si os he ofendido :fl:

Madelaf :fl: :oops: Liadriel :fl: Scully :fl:

Un chechino excepcional, Bendar :rev: :rev: . Lamento tus circunstancias, espero que ya sean mejores ;) . María de Molina, Cthulhu, Harry Potter, El nombre de la rosa, ... a sus pies :rev: :bv:

PD Para cuándo la próxima? :mrgreen:
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Que todas las olas sean mi escudo, que todos los truenos sean mi espada.
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Re: Chechino 2.0 Reloaded

Mensaje por Boubaris » Jue, 08 Dic 2022, 18:26

Ha estado estupendo este chechino, me he reído mucho durante la historia y todas las subtramas que se han generado, como la del Conde Mor. Y encima me ha servido para buscar información sobre una parte de la historia de España que tenía poco leída.
Te lo dije en privado pero te lo digo también en público, me encantan tus chechinos Bendar, pones el listón muy alto para el que siga
Espero que la enfermería de tu casa esté ya vacía y todos bien, un abrazo
Y enhorabuena a Ellaria!!
Miembro #17 de Club De Flanes de Edd el Penas :V:

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